jueves, 17 de mayo de 2012

Cayo Guillermo: una ruta tras los pasos de Hemingway


El escritor norteamericano Ernest Hemingway fue el primero en advertir las bondades naturales de Cayo Guillermo situado al norte de la provincia cubana de Ciego de Ávila. Hasta ese paraje del norte avileño llegó el novelista en sus aventuras de pesca y bautizó a las cálidas y cristalinas aguas de Playa Pilar. 
En ese momento nadie era capaz de adivinar el futuro de Cayo Guillermo como integrante del cuarto destino turístico más importante de la Isla: Jardines del Rey.
Años más tarde un grupo de hombres intrépidos se aventuró a encontrar en la provincia lugares de interés para el turismo y  redescubrió las potencialidades de la zona.
Uno de esos investigadores es Edilberto López quien recuerda las peripecias de hace 28 años cuando iniciaron allí las operaciones turísticas.
¿Qué los atrajo hacia Cayo Guillermo?
En 1979, Ciego de Ávila prácticamente no poseía playas, el turismo tanto nacional como internacional era incipiente. Por eso confeccionamos un equipo multidisciplinario y emprendimos el proyecto de exploración en busca de lugares con perspectivas para ese fin.
Llegamos a Cayo Guillermo con amplia referencia acerca de sus bellezas, gracias a informaciones que nos aportaron algunos pescadores del territorio. A ello se sumaron las continuas sitas de Hemingway en sus narraciones sobre la zona y otro cayo cercano conocido como La Media Luna.
¿Qué encontraron al llegar allí por primera vez?
Era un lugar desierto. Tenía bellas playas y unas dunas altísimas e impresionantes. En un principio pensamos que eran piedras, pero al descender nos dimos cuenta que constituían grandes montos de arena formados por la acción del tiempo. Podíamos gritar eureka, porque además del atractivo natural, el cayo reunía las características idóneas para el turismo. El único inconveniente era  el difícil acceso, lo que no nos amedrentó en nuestro intento.
¿Cómo pudieron seguir adelante en un lugar tan inhóspito?
Durante los primeros pasos nos apoyamos en un pequeño puesto de guardafronteras, donde dormimos y comimos hasta el verano de 1980 en el que emprendimos el primer proyecto de servicios al turismo nacional. Acondicionamos el lugar con agua y una planta generadora de electricidad, adquirimos casas de campaña y luego montamos un campismo en Playa Pilar. Para llegar allí trasladábamos a los excursionistas, en barco.
¿Cuándo incursionaron en el turismo internacional?
En ese mismo año aprovechamos algunas prospecciones sobre las pertinencias de la pesca en la región e invitamos a unos tour operadores norteamericanos interesados en la captura del macabí. 
Con la experiencia que nos aportó esa empresa, comenzamos a construir ocho habitaciones al este del cayo, lo que se conoció como “Villa El Paso” sustituido luego por “Villa Océano”.
Después, la pesca de altura comenzó a cobrar auge y atrajo a numerosos visitantes italianos y alemanes, lo que nos impulsó a aumentar el número de habitaciones. Trajimos un hotel flotante construido en el Puerto de Júcaro, al sur de la provincia. A las ocho habitaciones existentes se sumaban otras 12 y nueve embarcaciones de pesca. Con esa pequeña infraestructura nos mantuvimos hasta que la construcción del predraplén permitió unir a Ciego de Ávila con los cayos y avanzó la construcción de hoteles, carreteras y se erigió “Villa Cojímar” la primera instalación turística con servicios amplios en Cayo Guillermo.
¿Luego de 26 años de explotación turística Cayo Guillermo mantiene su auténtica belleza natural o ya se siente el peso de la acción humana?
Pienso que en Cayo Guillermo se ha respetado bastante los valores ecológicos. Al instaurar las edificaciones intentamos agredir lo menos posible a la naturaleza. En las zonas de playa erigimos pasarelas por encima de las dunas y establecemos un control estricto de los desechos y la basura.
¿Qué experimenta cuando vuelve su rostro hacia todo lo que ha surgido aquí?
Es como en el final de una película, cuando uno ha vivido con intensidad junto al personaje; los obstáculos y desventuras que enfrenta para lograr un propósito. 
Me lleno de orgullo y sentimiento porque dimos cada paso con mucho sacrificio. Todo había que trasladarlo en barco: el cemento, los áridos, el agua, e incluso, a las propias personas. Ahora puede parecer muy fácil, pero fue una labor de un grupo de soñadores   que como Hemingway se enamoraron de Cayo Guillermo y su entorno excepcional.  
       

No hay comentarios: